Esta foto ha entrado en la selección simplemente porque fue la última que tomé antes de que empezara a soplar el foehn y se pusiera a llover.
A partir de entonces, y en las siguientes tres horas y media (aunque quizás más), lo único importante fue concentrarse en caminar y no perder al resto del grupo.
La previsión era de vientos de unos 80Km/h sostenidos, con ráfagas más fuertes. Pero no contábamos con la lluvia... Y llegó todo junto, en cuestión de minutos.
Yo tuve tiempo de guardar la cámara, poner la funda de agua a la mochila y vestir los pantalones impermeables. Para cuando intenté ponerme la capelina, el viento soplaba tan fuerte que la abrió por los costados... Me puse la mochila encima para intentar mantenerla cerrada y así añadir una capa más contra la lluvia.
Durante un buen rato tuve que caminar con la cabeza gacha, ya que las gotas se clavaban en la cara como pequeñas agujas. Afortunadamente me había dejado puesta la gorra por encima del gorro, de manera que la visera me servía de escudo.
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