Pese a que el cielo estaba completamente cubierto de nubes y que apenas de paró de lloviznar durante todo el trekking, las montañas que forman el fiordo proyectaban la sombra sobre el agua, como si recibieran la luz desde algún foco escondido al fondo.
Al fondo, el glaciar Qooroq, impresionante, serpenteando hacia el mar.
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